y por qué no
por qué no ahora,
por qué no en todo este tiempo que tenemos,
por qué no en la nada,
por qué no en el pasto,
por qué no en el campo?
Me sentí más cómoda en la oscuridad,
en el silencio,
un silencio en el bosque,
un silencio apreciando un amanecer-atardecer,
un silencio contemplando las olas en el mar, en el océano;
Ese mismo silencio,
ese silencio que era la respuesta a todas mis preguntas,
tu mirada era más silencio que el silencio.
Escribía mis cuentos y poemas en máquina de escribir,
yo nunca supe si te gustaban
nunca supe si te gustaba algo,
solo el silencio.
Cuando hicimos ese viaje por la ruta,
esa ruta,
esa ruta interminable y tan lisa, tan suave...y
ah, el bosque.
Los pinos y eucaliptos, ese aroma,
el olor a margaritas,
el olor a tierra,
el olor de tu pelo mojado,
me llena de suspiros recordar.
Nos perdimos infinitas veces, perdíamos la noción del tiempo,
permanecimos días enteros sin encontrarnos,
la espera era excitante,
y el encuentro un orgasmo.
Quería tanto esa tranquilidad tan tuya, tan mía
la paciencia
la espera
la paz en tu mirada,
en tus ojos avellanas,
en el silencio permanente de tus labios
que se movían solo para chocar con los míos,
con mi piel, con mi ser.
Y al amanecer cuando escuchábamos jazz,
bajo, como un murmullo,
me besabas el rostro con tanto cuidado
parecías una ola
acariciándome la piel.
Tu pelo por toda la almohada,
por toda la cama, por toda mi cara,
sentí que me asfixiaba,
sentí que ya no respiraba, y no lo hacía,
pero no me quejé, porque me sentía bien.
Me sentía bien.
Abriste las ventanas, entro la luz tenue del sol recién salido,
un aire frío me golpeó el alma,
estábamos flotando a la deriva,
estábamos en el lugar que queríamos estar,
acá.